Por fin, mi perrito está en casa. Le han dejado una vía por si el lunes vuelven a darle suero, ha empezado a comer y beber y estoy tranquila de nuevo. Ha superado la crisis y vuelve a ser un perrito mayor, pero feliz de verse rodeado de cariño, y yendo por la casa y tumbarse donde quiere, sea al lado de uno de mis hijos, de los dos, cuando están ambos, a a mi lado, mirándome de vez en cuando y escuchando la música que le gusta (se acostumbró a la que me gusta a mí, y se relaja hasta dormir su siesta.
Quien no ha convivido con un perro no puede saber lo mucho que se le puede llegar a querer.
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