Durante
quince años, mi querido perrito, un mestizo que rescaté, casi robé, a
un hombre que lo tenía, ya de cachorro, en penosas condiciones. me
acompañó, compartiendo tristezas y alegrías, trotando a mi lado en los
paseos, tumbado a mi lado esperando paciente un gesto, un movimiento
para seguirme. Su amor por mí no tuvo medida, y fue un recíproco y puro
amor, como el de una madre al hijo y el del hijito a su madre. Puede
extrañar que confiese que cuando me despedí de él, me despedí de una
persona.Te echo mucho de menos, mi querido Coli.
Ahora, se me ha ido. Sé que volveremos a vernos, como también a personas que forman parte de mi vida, que también se marcharon antes que mi perro, causa por la que él se puso enfermo de tristeza...
Y los siguió, para cuidarlos y acompañar en su viaje eterno a quienes tanto quise. Gracias, mi perri, mi amorcito, ahora, estás con ellos y conmigo también. No podré sustituirte nunca.Juega con ellos, con mis dos hermanos, con mi esposo... Y como ellos, espérame, yo iré un día, o tal vez una noche allá donde os encontréis. Os quiero.
Ahora, se me ha ido. Sé que volveremos a vernos, como también a personas que forman parte de mi vida, que también se marcharon antes que mi perro, causa por la que él se puso enfermo de tristeza...
Y los siguió, para cuidarlos y acompañar en su viaje eterno a quienes tanto quise. Gracias, mi perri, mi amorcito, ahora, estás con ellos y conmigo también. No podré sustituirte nunca.Juega con ellos, con mis dos hermanos, con mi esposo... Y como ellos, espérame, yo iré un día, o tal vez una noche allá donde os encontréis. Os quiero.
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