EN MEMORIA DE
MI QUERIDÍSIMO HIJO JUAN, QUIEN SE NOS FUE EN LA FLOR DE LA VIDA, DEJÁNDONOS VACÍOS Y
HUÉRFANOS DE SU INEFABLE PRESENCIA.
Hijo mío: viviste heroicamente,
soportando y luchando contra la injusticia. Quienes te conocieron, son por eso
mejores personas. Tu ecuanimidad y valentía ante la enfermedad, injusta y
ciega, la que sabías que iba a vencer tu cuerpo, no mermó tu lucha por la vida.
Nos dijiste que casi tirabas la toalla más de dos veces... Pero no lo hiciste,
por el amor que profesaste a tu amada esposa, sabias que tu ausencia se
le iba a hacer insoportable, y así es. a tu hermano, que protegías y
aconsejabas, erais como gemelos... jugabais y os comunicabais sin tener que
emitir palabras. Y también por mí, tu madre. Hijo mío, ahora sabes que fuiste
más querido de lo que creías. Y sé que donde estás, junto a tu padre y otros
que se nos fueron antes de tiempo, nos esperas, con ellos, hasta que ÉL nos
llame para poder abrazarte y volver a vivir.
Hijo mío... tú sabes la falta que nos
haces, sabes el vacío que sentimos... No rezo por tí, TE REZO, porque
estás viviendo la vida verdadera, donde no hay cabida para la enfermedad, ni el
dolor y la muerte.
Con todo mi amor,
mamá.
Tu afición por la pesca sin muerte, tus artículos en revistas de pesca,
otros en prensa digital, donde tratabas los temas, fueren los que fueren, con
acierto, calidad literaria y valentía. Tus amigos te tuvieron como hermanos, te
lloraron y te echan de menos, amor mío
de mi corazón
Te retaste a ti mismo: y nos demostraste que ibas a seguir tu
existencia con normalidad, aun con tu brazo derecho amputado. Y volviste a
pasear, a escribir, a pescar, a llevar a nuestro perro Tobi a Orduña, a parques
y campos...
Hijo de mi
alma, espérame. No sé cuándo pero sé que volveré a verte y abrazarte, junto a
tu padre y mi esposo, que tanto quisiste: ahora estás con él en los prados por
donde, estoy segura, corretea junto a ti, nuestro querido perrito Coli.
Mientras, te pido, como a tu papá, que nos cuidéis hasta que volvamos a
encontrarnos.
Esto que vive en mí,
por quien yo vivo,
es la mente
inmortal, de Dios creada
para que en su
principio transformada
anhele al fin de
quien el ser recibo.
Mas del cuerpo
mortal al paso esquivo
el alma, en un
letargo sepultada,
en mi ser en esfera
limitada,
de vil materia
mísero cautivo.
En decreto infalible
se prescribe
que al golpe justo
que su lazo hiere
de la cadena
terrenal me prive.
Luego con fácil
conclusión se infiere
que muere el alma
cuando el hombre vive,
que vive el alma
cuando el hombre muere.
Gabriel Álvarez de
Toledo
(1662-1714)