Es increíble y vergonzoso que predicadores y
moralistas no eleven más su voz contra la bárbara costumbre de asesinar
animales y, además, comérselos.
"Nunca mojes tu pan en la sangre de los animales ni en las
lágrimas de tus semejantes".
"Para aquellos cuya mente es libre, el sufrimiento de los animales
es incluso más intolerable que el sufrimiento de las personas. Porque con éste
último se admite que el sufrimiento es maldad y que la persona que lo provoca
es un criminal. Pero miles de animales son inútilmente
sacrificados cada día sin una sombra de remordimiento.
Si alguien plantea esta cuestión, es tratado como ridículo. Y ese es el
crimen imperdonable. Que sólo es válida
la justificación de que sólo la gente puede sufrir.
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