23 de junio de 2011

SPAM ©


Pues sí, aunque no lo crean, la publicidad, los mensajes de correo electrónico que la mayoría de la gente elimina y es considerado como 'spam' tiene muchas veces un aliciente para las almas solitarias. En los días más difíciles me dedico a llenar mi correo de algunos mensajes no solicitados para curiosear y distraerme, evitando así pensar en lo aislada que me siento, pensar que de nueve hermanos no hay un solo correo ni por equivocación. Suelo enviarles algún escrito, mensajes y pps, para que sepan que no los tengo en el olvido, a amigos, hermanos, hijos... algunos contestan; otros nunca lo hacen. 
Así que esos mensajes personalizados por un robot empiezan por mi nombre, me ofrecen servicios, objetos absurdos, premios y casas de ensueño. Puedo pasar una hora o más buceando en ellos. 
A veces, medio agradecida medio sintiéndome tonta, hago un pedido que no necesito en absoluto, pero que me hace sentir que alguien, en algún lado, se ocupa de que la tontería que pedi sea empaquetada, enviada y. días después, suena el timbre de la puerta preguntando por mí.
Anoche, tras muchos años de haber superado la fiebre del chat, entré en uno de un periódico de prestigio con un montón de salas virtuales; entré al que ponía "Ciencia", con la esperanza de que se trataría de algún asunto interesante. En vano. Varios 'motes' o nicks, que se dice ahora, se dedicaban a insultarse, otros a insertar soliloquios y alguno más soltaba un chiste.
Era bastante tarde y la superficialidad, un tanto dadá del conjunto, terminó por aburrirme. Me despedí. Nadie contestó. 
Decidí que era mejor pinchar en el spam. Cuánta gente se siente sola y vierte su amargura o resentimiento en la pantalla, sin tener en cuenta que detrás de la misma hay alguien de carne y hueso.


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