23 de junio de 2011

ENSAÑAMIENTO, TORTURA Y MUERTE LENTA DE INOCENTES. Y SE LES LLAMA "PERSONAS"





Resulta aterrador. He visto, aunque por momentos tuve que apartar la vista, a una manada de jóvenes cebarse y divertirse con el sufrimiento de un noble animal, una vaquilla con la que se han ensañado propinándole patadas, tirando de su rabo hiriendo a la víctima inocente: la salvajada que en más de una localidad forma parte de la "diversión" de sus fiestas.

Había público, pero nadie intervino para al menos avisar a los responsables municipales, parar el asesinato y antes la tortura, entre carcajadas y jolgorio. ¡Eran las fiestas!

No paró ahí la cosa: otra pobre vaquilla fue la siguiente víctima de la masa de desalmados, por lo visto aún necesitaban saciar su sed de sangre de un ser vivo, sufriente, consciente de que iba a morir, que trataba de levantar la cabeza agonizante, ensangrentada... Y así, a patadas, golpes, heridas, burlas y la impasibilidad, si no el jaleamiento de un público exento de la mínima sensibilidad ni atisbo de compasión... 
 Los dos novillos fueron torturados hasta la muerte, lenta y dolorosa, sin entender por qué se ensañaban con ellos.

Nunca pude soportar la llamada "fiesta nacional" sin sentir repugnancia: me parece un espectáculo propio de eras pasadas y onerosas, de circo romano; el ser humano embrutecido se permite  llamar bestias a los inocentes y pacíficos animales. 

Supongo que todo está ya dicho, pero no podría dejar de repudiar otra vez y las que sean precisas, la pena, la indignación, vergüenza y desprecio que me producen hechos que, por tener la calificación de "costumbre" o "tradición", son repetidas en pueblos y ciudades de esta España decadente, que llama cultura al martirio público, al ensañamiento indescriptible, al espectáculo odioso de torturar y matar a fuego lento a nuestros compañeros de la Tierra, de la Naturaleza que decimos que queremos conservar y  proteger.

No pondré imágenes porque son demasiado terribles. No sé qué me causa más espanto: por descontado, me identifico y defiendo al animal, a la pequeña y noble, inocente vaquilla. El estupor, que colma hace años mi capacidad de asombro, me deja impactada por la crueldad sin límites de esa masa de desalmados, que no por haber consumido alcohol —como si eso fuera un atenuante— carecen de responsabilidad.

He sido siempre contraria a la pena de muerte que no hace tanto, se aplicaba en este país, ejecutando al reo públicamente para más escarnio. Pues bien, reivindico el respeto, el derecho a la vida, la erradicación de la tortura de cualquier animal, y lo exijo, uniéndome a las voces que se alzan contra la explotación, tortura y muerte de nuestros hermanos animales. 

Somos millones los que estamos en contra de tan execrables crímenes, pues séase animal u hombre, todos los seres vivos tienen derecho a vivir con dignidad, evitando nosotros su sufrimiento, el maltrato, el hambre, hacinamiento y explotación para el comercio inescrupuloso de seres que no merecen llamarse personas, pues no tienen entrañas.
Ellos, los animales, tienen sentimientos, capacidad de sufrir y gozar, se alegran y entristecen y no entienden la injusticia porque son puros, los desarma la crueldad y sus ojos interrogan ¡¡¡¿¿Por qué??!!!  Ellos nunca lo harían (frase hecha, pero no por ellos menos cierta).

Y después hay quienes se preguntan qué está pasando con los jóvenes; se dice que se han perdido los valores... así, en impersonal, de forma que nos eximimos de toda responsabilidad y culpa.  
¿Acaso no lo vemos día a día, en todos los ámbitos, y nadie hace nada por evitarlo? ¿Es que los padres de esos jóvenes no han sido 'educados' por otros padres? ¿No se ha borrado de un plumazo toda materia que no sea técnica, obviando que es prioritaria la formación como persona, y después la información? 

Ya no se estudia ni se imparte nada que tenga que ver con las Humanidades, nada de Historia, filosofía, ética,  ciencias sociales. Valores como el respeto, la solidaridad, la compasión y empatía con quienes sufren... 
Nos están saliendo monstruos, muy modernos, sí; dominarán las nuevas tecnologías, pero la aplican en gran parte a juegos violentos y alienantes, próspero negocio de corporaciones y filiales, la publicidad subliminal que socava la conciencia, reduciendo a las personas a la categoria de rebaño.
Permitan que lo diga de forma visceral, que es como me sale del alma: ¡Este mundo se va al carajo!


                                                                        El lobo de Gubbio

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